27 ene 2011

El Gran diseño. Acometidas filosóficas, por William L. Craig.

 

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El Filosofo William Lane Craig, responde a la carta de otro lector en su pagina web “Una fe razonable” , sobre el libro publicado por Stephen Hawking y Leonard Mlodinov, “El Gran diseño”.

Pinchar aquí para ver la carta original en ingles.

Pregunta:

Hola Dr. Craig,

¿Podría dar respuesta a lo siguiente, extraído del libro de Stephen Hawking y que cito como sigue: “Porque existe una ley como la gravedad, el universo puede crearse a sí mismo de la nada. La creación espontanea es la razón por la que existe el universo, por la que existimos, y no es necesario invocar a Dios para que encienda la mecha y ruede el universo”

Si existe una revolución en filosofía teísta, tales como argumentos sobre el origen del universo, como usted mantiene, ¿Cómo pueden los físicos hacer estas declaraciones? ¿No muestra esto que los argumentos teístas no tienen mucho peso en el paradigma actual de la física?

Gracias,

Mateo

Australia

 

Respuesta de William Lane Craig:

Tu pregunta es una de las muchas que hemos recibido recientemente sobre el nuevo libro de Stephen Hawking y Leonard Mlodinow, El Gran Diseño.

En la pregunta semanal numero 180, me referí a las implicaciones de sus teorías para el argumento cosmológico Kalam y el argumento del ajuste fino a favor de un Creador y Diseñador del Universo. Aquí, quiero utilizar tu pregunta, Mateo, “Si existe una revolución en filosofía teísta, tales como argumentos sobre el origen del universo, como usted mantiene, ¿Cómo pueden los físicos hacer estas declaraciones?” , como un trampolín para abordar una cuestión de fondo planteada en el libro.

Hawking y Mlodinow abren El Gran Diseño con una serie de profundas preguntas filosóficas: ¿Cuál es la naturaleza de la realidad? ¿De viene dónde todo esto? ¿El universo necesitó de un creador? Luego, dicen esto:

“Tradicionalmente, estas han sido cuestiones filosóficas, pero la filosofía está muerta. La filosofía no se ha mantenido al día con los avances modernos de la ciencia, particularmente de la física. Los científicos se han convertido en portadores de la antorcha del descubrimiento en nuestra búsqueda del conocimiento” (p. 5).

El filósofo profesional sólo puede levantar sus ojos ante el descaro y la condescendencia de un comunicado de tal calibre. Dos científicos que están, según todas las apariencias, poco familiarizados con la filosofía, se sienten preparados para pronunciar muerta a toda una disciplina e insultar a sus propios colegas de la facultad de filosofía en Cal Tech y la Universidad de Cambridge, muchos de los cuales, como Michael Redhead y Mellor DH, son eminentes filósofos de la ciencia, por, supuestamente “no haber podido seguir el ritmo”. No pude evitar preguntarme qué evidencia tienen nuestros intrépidos autores de la erudición rezagada del Sr. Redhead? ¿Qué obras recientes en la filosofía han leído que constituyen la base de su veredicto? ¡Ay, que no lo dicen…

El filósofo profesional considerará su veredicto, no solo como meramente condescendiente, sino como escandalosamente ingenuo. El hombre que dice no tener necesidad de la filosofía es el más apto para ser engañado por ella.

Por ello, se podría anticipar, que la subsecuente explicación de Mlodinow y Hawking sobre sus teorías, se verán respaldadas por una serie de supuestos filosóficos no examinados. Esta expectativa se ve, de hecho, confirmada.

Al igual que sus afirmaciones sobre el origen del universo de la “nada” o sobre la hipótesis de los muchos mundos para explicar el ajuste fino, sus afirmaciones sobre las leyes de la naturaleza, la posibilidad de los milagros, el determinismo científico o la ilusión que supone el libro albedrio, son afirmados sin la mas mínima justificación o la menor comprensión de los problemas filosóficos involucrados en ello.

Tomemos, por ejemplo, sus reflexiones sobre las leyes de la naturaleza (pp. 27-34). Después de admitir la dificultad filosófica que supone definir lo que es una ley de la naturaleza, proceden a hacer tres preguntas sobre las leyes naturales: (i) ¿Cuál es el origen de las leyes? (Ii) ¿Hay alguna excepción a las leyes, es decir, los milagros? (Iii) ¿Existe sólo un conjunto de leyes posible?

Con respecto a (i) observan que la respuesta tradicional es que Dios estableció las leyes de la naturaleza. Sin embargo, Hawking y Mlodinow se quejan de que, a menos que se otorgue a Dios ciertos atributos, esta respuesta no supone más que definir a Dios como la encarnación de las leyes de la naturaleza. Yo encuentro este comentario sorprendente. Dado que los teístas clásicos que tienen en mente (como Descartes, cuyos puntos de vista tergiversan) consideran que las leyes de la naturaleza fueron libremente deseadas por Dios, Dios no podía ser meramente la encarnación de esas leyes, ya que Dios podría haber establecido leyes muy diferentes. Lo que Mlodinow y Hawking describen es el punto de vista de Spinoza, un panteísta que consideraba a "Dios" y "naturaleza" como sinónimos. Por supuesto, los teístas clásicos consideran a Dios con ciertos atributos que Le distingue de la naturaleza, y ello queda implicado en la respuesta de que Dios estableció las leyes.

Hawking y Mlodinow parecen dispuestos a reconocer la coherencia de esta respuesta, pero creen que el “problema real” viene entonces con la segunda pregunta (ii): ¿Existen los milagros? Hawking y Mlodinow aparentemente piensan que responder negativamente a (ii) pone en duda a la respuesta teísta a (i). De ser así, esta afirmación es desconcertante. Supongamos que alguien es un deísta que cree que Dios, habiendo establecido todo el sistema del universo, decide no intervenir en el. En ese caso, no hay “problema real” alguno en responder a la pregunta primera (i), que el origen de las leyes es Dios, y a la segunda (ii), con un “no”.

En cualquier caso, ¿Por qué se ha de contestar negativamente a la pregunta segunda (ii)? Hawking y Mlodinow piensan que la ciencia así lo requiere.

El determinismo científico que formuló Laplace es la respuesta del científico moderno a la pregunta dos. Es, de hecho, la base de toda la ciencia moderna, y un principio que es importante a lo largo de todo este libro. Una ley científica no es una ley científica si se mantiene sólo cuando algún ser sobrenatural decida no intervenir (p. 30).

Este argumento tiene múltiples confusiones. Primero, es falso que el determinismo de Laplace sea la base de la ciencia moderna. Dejando aparte las hordas de científicos teístas que afirman la realidad de los milagros, hay montones de científicos, incluidos los mismos Hawking and Mlodinow (p.72), que consideran la característica del indeterminismo de la física cuántica, como óntico, y no meramente epistemológico. Si la naturaleza misma es indeterminista, entonces, el determinismo de Laplace, un Newtoniano, no se sostiene. Incluso un conjunto completo de leyes naturales no serian suficiente para determinar el futuro. Es fácil imaginar muchos tipos de formas en que la indeterminación en el nivel cuántico puede ser amplificada y dar lugar a cambios macroscópicos en el mundo. (Recuerdo la ilustración divertida de un estudiante de posgrado que se demora en dejar el laboratorio a la espera de la desintegración de un isótopo radiactivo y que como consecuencia conoce a una chica en el pasillo, de quien se enamora para terminar casándose con ella). Es desconcertante que Hawking y Mlodinow parecen ajenos a la contradicción que supone su afirmación del determinismo laplaciano y la indeterminación cuántica.

En segundo lugar, Hawking y Mlodinow confunden determinismo con naturalismo. La indeterminación cuántica es la prueba positiva de que la ciencia moderna no se basa en el determinismo. Su argumento en contra de la intervención de un ser sobrenatural es un argumento a favor del naturalismo, no del determinismo. La indeterminación cuántica es aceptable porque es naturalista, mientras que los milagros suponen un agente sobrenatural. Pero su afirmación de que las leyes científicas no serían leyes si se sostuvieran sólo cuando un ser sobrenatural decide no intervenir es claramente falsa. Las leyes de la naturaleza describen el comportamiento de los sistemas físicos en ausencia de cualquier intervención sobrenatural. En caso de intervención por un agente sobrenatural, las predicciones basadas en las leyes no se sostendrían precisamente debido a que factores no-naturales, no previstos por las leyes, han entrado en escena. Las leyes por lo tanto tienen condiciones implícitas ceteris paribus: describen el comportamiento de los sistemas físicos siempre que no intervenga un agente sobrenatural. Si tal ser interviene, la ley natural no queda suprimida, ya que describe el comportamiento del sistema sólo bajo el supuesto de que tal ser no intervenga.

Tal vez lo que Hawking y Mlodinow quieren decir realmente, es que la ciencia debe presuponer el naturalismo para poder ser una empresa viable. Pero en ese caso, no han sabido distinguir naturalismo metodológico de naturalismo metafísico. Su argumento mostraría, en el mejor de los casos, que la ciencia está metodológicamente comprometida a considerar sólo aquellas hipótesis que postulan causas naturales, pero ello nada aportaría para justificar una respuesta negativa a (ii), esto es, que no existen los milagros. E incluso la cuestión del compromiso de la ciencia al naturalismo metodológico es en sí misma, no una cuestión científica, sino una cuestión filosófica sobre la naturaleza de la ciencia.

Hawking y Mlodinow se sumergen en aguas filosóficas aún más profundas cuando proceden a argumentar que, debido a que la gente vive en el universo e interactúa con otros objetos existentes en él, "el determinismo científico debe sostenerse para las personas también" (p. 30). Por lo tanto, "no somos más que máquinas biológicas y. . . el libre albedrío es sólo una ilusión "(p. 32). Este planteamiento es muy débil. No veo razón alguna para pensar que un ser dotado de libertad de voluntad no pueda existir espacio-temporalmente y actuar sobre otros objetos y ser también influenciado por ellos. ¿Cuál es el argumento en contra de tal cosa? Hawking y Mlodinow preguntan: "Si tenemos libre albedrío, ¿dónde en el árbol evolutivo se desarrolló?" Si esto se supone que es un argumento, hay al menos dos errores en él. En primer lugar, el hecho de que yo tenga libre albedrio no depende que sea capaz de especificar en qué parte del proceso evolutivo pudieron los organismos adquirirlo por vez primera. En segundo lugar, el libre albedrio supuestamente surgió tan pronto como el cerebro humano evolucionó hacia una complejidad suficiente para sustentar la consciencia de uno mismo, la reflexión racional. De modo que, ¿Cuál es el problema?

Mlodinow y Hawking también argumentan que el libre albedrío es una ilusión, porque los neurocirujanos pueden estimular el cerebro de una persona de tal manera que pueden crear el deseo de mover sus extremidades o sus labios. La falacia aquí es pensar que porque uno puede intervenir para producir un efecto determinista, ya por ello el efecto se produce de manera determinista, en ausencia de dicha intervención. Sólo porque un neurocirujano pueda estimular mi cerebro para que me den ganas de mover un brazo, obviamente, ello no implica que en otras ocasiones yo no haya movido mi brazo libremente.

Esos son los únicos argumentos a favor del determinismo que presentan Mlodinow y Hawking, y no tienen en cuenta ninguno de los argumentos contra el determinismo. Me pregunto, por ejemplo, por qué piensan que todo lo que han dicho en su libro es cierto, ya que, en su opinión, estaban determinados para escribirlo. Todo lo que dicen es el producto de causas físicas ciegas, como el agua corriendo por una tubería o un árbol al que le crece una rama. ¿Qué confianza pueden tener de que todo lo que han dicho es cierto, incluida su afirmación de que el determinismo es verdadero?

Mlodinow y Hawking se reservan la discusión sobre la pregunta (iii) referida al carácter único de las leyes de la naturaleza, hasta que abordan el argumento del diseño deducido del ajuste fino del universo que permita la vida inteligente. Dado que ya comente mi discusión sobre este tema la semana pasada, evitaré repetirme de nuevo. Pero confío en que queda patente que, como era de esperar, Mlodinow y Hawking están hasta el cuello de cuestiones filosóficas.

Lo que no se podía esperar era que, después de pronunciar la muerte de la filosofía, Hawking y Mlodinow se embarcaran ellos mismos en una discusión filosófica sobre el realismo científico contra el anti-realismo! El primer tercio de su libro no versa sobre las teorías científicas actuales en absoluto, sino que es una disquisición sobre la historia y la filosofía de la ciencia. He encontrado esta sección la más interesante y alucinante de todo el libro.

Me explico. Después de haber reservado un lunes por la tarde para leer el libro de Hawking y Mlodinow, dediqué la mañana a trabajar sobre un artículo académico de Blackwell, debates contemporáneos en metafísica, que supone un punto de vista filosófico conocido como “pluralismo antológico”.

El pluralismo ontológico es una visión en una sub-disciplina de la filosofía, cuyo nombre suena como un tartamudeo: meta-metafísica, o, como se le llama a veces, meta-ontología. Esta es la filosofía en su forma más etérea. La ontología es el estudio del ser o de lo que existe, la naturaleza de la realidad. La meta-ontología es un escalón más alto: se plantea si las disputas ontológicas son significativos y la mejor forma de resolverlas.

El pluralismo ontológico sostiene que realmente no existe respuesta correcta a muchas de las cuestiones ontológicas (como por ejemplo, "¿Existen los objetos compuestos?"). De acuerdo con el pluralismo ontológico lo que existen son sólo diferentes maneras de describir la realidad, y ninguna de ellas es más correcta o precisa que otra. No hay literalmente ningún hecho objetivo en estas cuestiones. De modo que si uno se preguntara, "¿Existe la Luna?", El pluralismo ontológico diría que la pregunta no tiene respuesta objetiva. No es cierto que la Luna existe, y no es cierto que la Luna no existe. Simplemente no es un hecho objetivo el que la luna exista o no.  El pluralismo ontológico es, pues, una visión radical defendida solo por un puñado de filósofos.

Imaginen mi asombro, por tanto, al encontrar a Hawking y Mlodinow exponiendo el pluralismo ontológico (sin ser conscientes de su nombre) como su filosofía de la ciencia! Ellos llaman a su visión, “realismo dependiente del modelo." Su punto de vista es incluso más radical que el propio pluralismo ontológico, ya que Hawking y Mlodinow asumen que se mantiene, no sólo para las disputas ontológicas de alto nivel, sino para toda nuestra aprehensión del mundo. Ellos explican,

“. . . nuestro cerebro interpreta la información de nuestros órganos sensoriales, elaborando un modelo del mundo. Cuando este modelo tiene éxito en los eventos a explicar, tendemos a atribuirle a él y a los elementos y conceptos que lo componen, la calidad de realidad o verdad absoluta. Pero puede haber diferentes formas en que alguien podría modelar misma situación física, empleando en cada una de ellas, diferentes elementos y conceptos fundamentales. Si dos teorías físicas o modelos predicen con exactitud los mismos hechos, no puede decirse que una es más real que la otra, sino que mas bien, somos libres de utilizar aquel modelo que sea más conveniente” (p. 7).

Bajo este punto de vista, un modelo parece ser, (al menos en parte) una manera inconsciente de organizar las percepciones sensoriales, que puede ser redefinida por teoría científica. Nunca llegamos a conocer la forma en que el mundo es, todo lo que conseguimos son formas más o menos convenientes, de organización de nuestras percepciones. Tal escepticismo ya es bastante malo, pero la situación es aún peor. No es solo que estos modelos, no sean, (aun sin saberlo nosotros), aproximaciones más o menos precisas de la realidad. Más bien se trata de que no existe una realidad objetiva a la que nuestros modelos se corresponden con mayor o menor exactitud. Esto es pluralismo ontológico en su más alto exponente.

Mlodinow y Hawking son por tanto anti-realistas extremos. Ahora bien, ellos tratan de distinguir su punto de vista del anti-realismo científico, definiendo este último como la opinión de que "la observación y el experimento son significativos, pero las teorías no son más que útiles instrumentos que no incorporan ninguna de las verdades más profundas subyacentes a los fenómenos observados" (p. 44). Lo que Hawking y Mlodinow están describiendo aquí, sin embargo, no es anti-realismo científico, sino el positivismo, una filosofía de la ciencia que se hizo popular en la década de 1930 y 40. El positivismo resultó ser insostenible, en parte debido a su distinción artificial entre las afirmaciones producto de observación y las afirmaciones teóricas. Pero el anti-realismo no depende del positivismo. Hawking y Mlodinow son más anti-realistas que los positivistas, ya que no sólo niegan que las afirmaciones teóricas expresen verdades objetivas sobre el mundo, sino que niegan esto también de las afirmaciones que provienen de la observación, ya que incluso la observación va a depender del modelo empleado. Una vez más, lo que están negando no es sólo el conocimiento del modo en que es el mundo, sino el hecho de que exista un mundo objetivo para ser conocido.

Cuan en serio se toman su anti-realismo se desprende de sus ejemplos. Si un pez de colores viera el mundo a través de un cuenco curvo podría formular un modelo que le permitiera hacer predicciones acertadas, y entonces, "tendríamos que admitir la visión de ese pez como una imagen válida de la realidad" (p. 39). El modelo geocéntrico del mundo de Ptolomeo era tan adecuado como el modelo heliocéntrico de Copérnico. "Así pues, ¿cuál es real, el modelo de Ptolomeo o el de Copérnico? Aunque no es infrecuente que la gente diga que Copérnico demostró que el modelo de Ptolomeo estaba mal, eso no es verdad "(p. 41). La idea no es que la evidencia de Copérnico era insuficiente, sino que ninguna de las teorías es objetivamente cierta. Al contrastar la teoría del creacionismo de la tierra joven y la teoría del Big Bang, Hawking y Mlodinow afirman que mientras que la teoría del Big Bang es "más útil", sin embargo, "ninguno de los modelos se puede decir que sea más real que el otro" (p. 51)!

Uno no puede dejar de preguntarse qué clase de argumento justificaría la adopción de un pluralismo ontológico tan radical. Todo lo que Mlodinow y Hawking tienen que ofrecer es el hecho de que si fuéramos, por ejemplo, los habitantes de una realidad virtual controlada por seres extraterrestres, entonces no tendríamos modo alguno de saber que estábamos en un mundo simulado, por lo que no habría razón para dudar de su realidad (p. 42). El problema con este tipo de argumento es que no excluye la posibilidad que tengamos en tal caso, dos teorías sobre el mundo compitiendo, la de los alienígenas y la nuestra, y una de las teorías es verdadera y la otra falsa, incluso aunque no podamos decir cuál es cuál.

Más aún, el hecho de que nuestras observaciones sean dependientes del modelo, no implica que no podamos tener conocimiento de la forma en que el mundo es (mucho menos que el mundo “no sea” de ninguna manera!!). Por ejemplo, una persona común que entra en un laboratorio científico puede ver que hay una pieza de maquinaria en la mesa de laboratorio, pero no puede ver que hay un interferómetro en la mesa de laboratorio, ya que carece de los conocimientos teóricos para reconocerlo como tal. Un hombre de las cavernas al entrar en el laboratorio ni siquiera ve que hay una pieza de maquinaria en la mesa, ya que le falta el concepto de máquina. Pero eso para nada socava la verdad objetiva de la observación del técnico de laboratorio de que existe un interferómetro sobre la mesa.

Mlodinow y Hawking, no contentos con el pluralismo ontológico, realmente se sumergen en lo mas profundo cuando afirman: "No hay ningún test de la realidad que sea independiente de modelo alguno. De ello se deduce que un modelo bien construido crea su realidad propia "(p. 172). Esta es una afirmación de relatividad ontológica, la opinión de que la realidad misma es diferente para las personas que tienen diferentes modelos. Si eres Fred Hoyle, el universo realmente ha existido eternamente en un estado de equilibrio, pero si eres Stephen Hawking, el universo en realidad comenzó con un Big Bang. Si uno es el médico antiguo Galeno, la sangre realmente no circula por el cuerpo humano, pero si uno es William Harvey, sí que lo hace! Este punto de vista parece una locura y sólo se acrecienta más con la afirmación de Hawking y Mlodinow de que es cada modelo en sí mismo el responsable de crear su realidad respectiva. No hace falta decir que tal conclusión no se deriva de que no haya un test para medir la realidad que sea modelo independiente.

Cualquiera que fuera el veredicto que demos sobre sus argumentos, lo cierto es que, a pesar de sus pretensiones de hablar como portadores de la antorcha de los nuevos conocimientos científicos, lo que Hawking y Mlodinow están haciendo es filosofía. Las conclusiones más importantes elaboradas en su libro son filosóficas y no científicas. ¿Por qué, entonces, pronuncian la muerte de la filosofía y demandan que son los científicos los que llevan la antorcha del descubrimiento? Simplemente porque eso les permite encubrir su filosofar de aficionados con el manto de la autoridad científica, eludiendo de ese modo la difícil tarea de argumentar a favor de sus tesis, en lugar de meramente afirmar sus puntos de vista filosóficos.

La respuesta a tu pregunta, Mateo, fue dada hace mucho tiempo por Albert Einstein, cuando dijo, "El hombre de ciencia es un mal filósofo." El libro de Hawking y Mlodinow es buena prueba de la sagacidad de Einstein.

4 comentarios:

  1. ¡Excelentes aportes! Estoy sumamente contento del trabajo tan grande que estás haciendo. Todas las traducciones, los videos, las reflexiones, etc, son de utilidad para muchos, incluyendome.

    Es bueno, ver personas que se preocupen por la razón, más siendo cristianos, ya que comunmente el cristiano deja atras la razón y abraza solamente la fe.

    Un saludo cordial, de un sitio hermano "LÓGICA TEÍSTA" donde por cierto publiqué tu video subtitulado sobre "The Grand Design".

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  2. Después de leer sus argumentos, me doy cuenta que la filosofía metafísica, con la cual se ha sostenido la fe de su Iglesia, una vez más, presta e impertinente, se quiere imponer sobre la ciencia... Acaso no se entiende que en El Gran Diseño, se considera una acepción de la filosofía, y no toda la ciencia en sí... Uno no necesita, leer más, para darse cuenta que en el libro se hace alusión a la filosofía metafísica de la Iglesia, que parte del supuesto, de que Dios es el principio de todo... No habla de la filosofía científica, en la cual intervienen, elementos de otras ciencias para aclarar aspectos de la vida y ser del hombre... (David Lozano)

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  3. En el Gran Diseño se considera la disciplina de la filosofía en general, vamos, que lo argumenta y lo dice así con todas sus letras... no hay lugar a falsas interpretaciones. Luego, eso sí, el libro hace consideraciones filosóficas, muestra de que Hawkins como físico será un genio, pero no se puede pretenderse que uno le de a todos los palos...y como filosofo deja mucho que desear. También el libro apoya la idea de que todas las teorías pueden ser ciertas o son igualmente erróneas, la que mejor parezca explicarnos la realidad, esa tomaremos como valida, con un relativismo aplastante....

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  4. Abelardo Montaño18/11/14, 8:06

    Estoy de acuerdo con David Lozano

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